Faltan apenas unas horas para que comience la mayor fiesta al aire libre del mundo, el Carnaval de Río de Janeiro, los brasileños abarrotan las tiendas en busca de accesorios y ropas para tener listos sus disfraces, y el comercio vive estos días un impulso alejado de la crisis del país.
Se calcula que el Carnaval, que cada año concentra a miles de personas que hacen vibrar a Brasil bajo ritmos de samba, disfraces y purpurina, moverá en Brasil cerca 1,786.6 millones de dólares, y en Río de Janeiro los comerciantes disparan sus ventas y multiplican beneficios mientras que la ocupación hotelera supera el 80%.
El Carnaval es para muchos brasileños una forma de vida, una especie de religión que sumerge a la sociedad en un oasis alejado de la dura realidad que atraviesa el gigante suramericano.
En la zona comercial de Saara, una de las más populares de la ciudad, las calles están abarrotadas y miles de personas buscan accesorios, maquillaje y ropas extravagantes para lucir en estas fechas.
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Para los comerciantes es la mejor época del año, con ventas que llegan a suponer ingresos cuatro veces mayores que en un mes normal, por lo que son muchos los que deciden ampliar horarios y abrir las puertas de sus tiendas más horas para sacarle partido a la fiebre carnavalesca.
Karina Duarte trabaja en una de las tiendas del Saara, y explica a Efe que "el brasileño deja todo para comprar a última hora por lo que las ventas estos días son increíbles".