Con confianza, pero también precaución, los empresarios de Estados Unidos con intereses en México aguardan el inicio de una nueva etapa en la relación bilateral con el arribo de Donald Trump a la presidencia, férreo opositor al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
"No veo peligrar las inversiones, pero va haber un detenimiento por un par de meses para ver los cambios y cómo vamos a jugar en este nuevo entorno", dijo a la agencia de noticias Efe, Larry Rubin, presidente de la American Society en México, una entidad que reúne a empresarios y entidades con intereses entre ambos países.
Para Rubin, también líder del Partido Republicano en México, la incertidumbre resentirá la llegada de capital estadounidense a México en el primer trimestre de 2017, luego de que Trump tome en enero, posesión del cargo.
Además, recordó que muchas inversiones son "a largo plazo", por lo que ya están programadas y no tienen por qué afectarse.
Este mensaje de optimismo coincide con el que lanzó el martes el consejero delegado de la automotriz Ford, Mark Fields, quien aseguró que la firma continuará creciendo en México, trasladando la producción de vehículos de gama pequeña al país.
Consideró que poner un arancel de 35% a los autos fabricados en esta nación "afectaría al conjunto de la economía" estadounidense.